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lunes, 25 de mayo de 2015

Pequeños desastres llevan a grandes desastres.


Hola personitas, ¿qué tal?

Bienvenidos. Bueno, hoy la verdad es que estoy algo apesadumbrada con el panorama que me ha tocado vivir... Hay que ser sincero ¿no? Bien, chicos, bien es cierto que este blog va de historia pero como os comenté en la anterior entrada, también es para la reflexión precisamente fijándonos en nuestro pasado. 

Me llama la atención algunas ideas que pululan por ahí y van tomando forma en el día de hoy con... demasiada facilidad. Ideas que en el pasado serían propias o de dictaduras terribles o de la peor de las pesadillas. Lo que está claro es que no se aprende de la Historia lo que se debería de aprender, sino... las peculiares conclusiones de un par de personajes que solamente miran lo que quieren. Como bien os dije también en otra entrada, últimamente se está poniendo de moda el inventarse la Historia, y no es fácil denunciar lo que ocurre sin ser tachado de intolerante o cosas del estilo. Hay una falta de madurez y de objetividad pasmosa, algo que nunca se hubiese esperado ver. Me cuesta creer que compartamos mundo con Sócrates, cuyo dicho universal es "sólo sé que no sé nada", con Escipión el Africano, con Santo Tomás de Aquino, con Octavio Augusto, con Santo Tomás Moro, con... con tantos personajes más que notables que un día vivieron aquí... Por desgracia, personajes de semejante altura si reviviesen volverían corriendo a su tumba y añorando el descanso eterno. 


Santo Tomás Moro será el protagonista de la siguiente entrada de este blog.


¿Por qué tales conclusiones? Bueno, he aquí una de las muchas respuestas. Hemos perdido el norte en muchos temas, hasta tal punto que se discute sobre temas que en cualquier momento de la historia se reirían de nosotros por cometer tal atrocidad y burrada al mismo tiempo. Los héroes de toda la vida pasaron a ser villanos, y los villanos que anteriormente se castigarían con suma diligencia ganan hoy apoyo entre aquellos que parecen no ver más allá y... pensar en los demás. 

Un mapilla algo antiguo.


Cuando cité la frase de Sócrates, he de reconocer que lo primero que pensé fue en los todólogos, como les llaman algunos. Personas, o casi personajes de una novela bastante mala, que creen sabérselas todas. Existen, sí, y son los que más jaleo arman. Se pronuncian juicios como si nada, y se publican también como si nada... y al final, si se les discute te insultan y se acabó todo... para ti. La prudencia, la sabiduría, el afán de entender, el afán de ser objetivos, incluso de ser buenos... Deberíamos recuperar muchas de las lecciones que nos han dado, que no queden en el olvido: escuchar... sin hablar, sin interrumpir... pensar, con calma, razonando... Entendiendo que no hay mayor sabiduría que la del pasado, porque son miles de millones de vidas, todas y cada una de ellas con sus más y sus menos... con sus lecciones. No las cuestionemos... no nos creamos mejores, solamente escuchemos. Y aprendamos.


martes, 14 de abril de 2015

De pausa en pausa y tiro porque me toca.


Hola gentecilla:

¡Cuánto tiempo! Otra vez más me tengo que disculpar por mi ausencia desde enero. La verdad es que estuve planteándome muchas cosas respecto a este blog y cómo utilizarlo: si realmente para escribir anécdotas históricas (que es lo que llevo haciendo todo el tiempo) o ya poner algún artículo de opinión o filosófico... Porque a lo mejor la reflexión sobre ciertas temáticas y asuntos no viene en absoluto mal. 

Y ahora os explico el por qué de tal debate: el elevado contraste que hay entre la actualidad y el resto de la historia es abrumador. Obviamente todo lo que hacemos hoy en día lleva cociéndose durante un par de siglos, como todo cambio en nuestra civilización: todo es consecuencia de algo o de alguien. Y por lo tanto, si no conocemos ciertos factores no entendemos el producto final de tal ecuación (por decirlo de forma matemática) y caemos en errores muy comunes. Hoy en día muchas personas confunden lo moderno con lo mejor, lo cual es muchas veces una falacia. Por lo tanto, me gustaría que aquellos que leyesen este blog no solamente se interesasen por algunos personajes o eventos que describo, sino por el modo de pensar de esos personajes o lecciones que derivan de dichos eventos. Porque es muy interesante lo sobrevalorado que tenemos nuestro mundo actual y los "progresos" que se hacen, nos debemos preguntar si realmente no estamos pecando contra nosotros mismos y contra nuestra herencia. 

Una de las frases más bellas y razonables que he oído. Gracias, señor Pascal.

Dicen muchas veces que somos la consecuencia de la manipulación de los poderosos de cada época, y hasta cierto punto es cierto, pero también somos consecuencia de nuestra inherente humanidad. Sí, podemos hablar mal del Régimen Nazi, pero todavía hoy en día se sigue experimentando y cometiendo barbaridades que ellos empezaron. Y con esto podemos sustituir Régimen Nazi por cualquier otro evento: errar es humano, ¡y tanto! Pero hasta qué punto nos hemos cegado con excusas para nuestro comportamiento... 

La modernidad y la falacia van de la mano cuando en España y en otras partes se celebra San Patricio emborrachándose.
Cosa, que por cierto, nunca haría este gran y humilde santo. Telita...

Por ello creo que es mi deber como persona contar aquello que voy averiguando y reflexionando... Obviamente no estoy libre de equivocaciones, por ello tened en cuenta que mi intención no es criticar, sino interpretar los hechos e ideas que a lo largo de los siglos nos han calado hondo... o no tanto.

Por último, despedirme otra vez con una disculpa. ¡Ah! y la segunda parte del trágico suceso de la Expedición Franklin está en proceso de redacción. Espero publicarlo esta semana también. 

Me despido ya, que tengáis un buen día y os guste esta entrada.

Besitos


lunes, 5 de enero de 2015

El hombre propone, y Dios dispone.



Nunca mejor dicho.

Hola, gente: otra vez tengo que decir el famoso "¡cuánto tiempo!", parece que nunca me paso por aquí. Bueno, mis disculpas de nuevo. He de decir en mi defensa que no estaba muy inspirada últimamente en temáticas para escribir en este nuevecito blog. Entre eso y que a veces me entra un poco el desánimo, cosas que ocurren, pues uno no consigue muchas veces lo que se ha propuesto. 

Pero por fin he logrado algo de inspiración para poner una pequeña pero significativa entrada: hace poco, un día, me acordé de un desastre ocurrido a partir del año 1845 y siguientes. Digo siguientes porque la tragedia duró tiempo: vidas humanas apagándose de manera dramática. ¿Que de qué hablo? De la bastante desconocida Expedición Franklin.



Esta expedición comenzó el año 1845 una gran agonía para muchos marineros y exploradores que decidieran encontrar una ruta comercial que bordeaba Norteamérica por arriba y conectaba el estrecho de Bering con el de Davis. ¿Problemas? Todos los que os podéis imaginar: y no exagero. Esa ruta estaba inexplorada pero se consideraba como una probable opción para agilizar el tráfico comercial desde Asia hasta la propia Inglaterra. Había una gran confianza en que esto resultaría posible, pero obviamente se equivocaron. 

Resulta curioso ver cómo retrataban la misión en aquellos tiempos: a toda persona que vea la planificación, los folletos, ¡todo!, le da la sensación de que no se lo tomaban muy en serio. Que lo veían como algo casi hasta fácil, y consideraban que todos sus grandes avances tecnológicos les llevarían a buen puerto. Nada más lejos de la verdad. Partieron de Greenhithe, el 19 de mayo, los barcos Erebus y HMS Terror que eran lo más puntero en lo que se diría la tecnología de la época. Llevaban consigo grandes bibliotecas, material de todo tipo e incluso vajillas que digamos que no eran de las baratillas... Llama la atención que no parecían preocupados por su futura situación: y eso les costó caro. Las latas de comida llegaron tarde y apresuradamente a llenar las bodegas de los susodichos barcos: quedaos con esas latas, porque son más importantes de lo que os podéis creer.

El HMS Terror.


Bien, pues al llegar a lo que sería hoy en día el llamado estrecho de Victoria, al lado de la Isla del Rey Guillermo, los barcos quedaron atrapados en el hielo. Primera pésima noticia, ya que se consideraba entonces que eso era imposible que pasase... Esto fue la sentencia de muerte por varias razones: el frío, la noche eterna, las malas condiciones de comida y sanitarias, y obviamente el hecho de no poderse mover de allí en mucho tiempo. Y los hombres, que muchos ya empezaban a dar síntomas de enfermedad, fueron muriendo poco a poco. El primero fue el jefe de los fogoneros, un chico que decidió cambiar su suerte apuntándose a esta misión y convertirse en marinero y explorador, John S. Torrington. Este chico no volvería jamás a Inglaterra, y murió justamente hace 169 años, cumplidos justo el día 1 de enero (es decir, tuvo la desgracia de morir el día de Año Nuevo). No llegó a los 21... Quedaos con ese dato. Luego le siguieron en desgracia John Hartnell y William Braine, a los 25 y 33 años (en este último puede que me equivoque). Sus cuerpos fueron enterrados en la Isla Beechey, algunos con más mimo que otros, ya que había cierta prisa... Por salir de allí. Era una pesadilla. Y es que estos hombres murieron de una manera particular: envenenados por plomo. 

¿Qué es eso? El envenenamiento por plomo provoca varios síntomas terribles que van desde los vómitos constantes, alucinaciones, pérdida del conocimiento y finalmente coma. Cuando hicieron la autopsia a estos pobres marineros en los años 80, se dieron cuenta de que los niveles encontrados en los cadáveres eran astronómicos. Y, adivinad de dónde salieron: ¿os acordáis de las famosas latas de comida? Bien, al parecer de allí y del agua que bebían. Su comida y bebida estaba contaminada con este peligroso metal... Así que el resultado era obvio. Curiosamente no murieron del propio envenenamiento, sino que este los debilitó mucho y enfermedades como la neumonía y la tuberculosis pusieron el fin a sus vidas.

Vale, hasta ahí podemos entender que algo extraño sucedía a los hombres que componían la expedición... Pero como esta entrada es muy larga, hagamos una segunda parte. ¡Hasta ahora!

viernes, 31 de octubre de 2014

Vanitas


Buenas, gente:

¡Perdonad mi ausencia! Otra vez que he vuelto a estar algo liada y con poca inspiración, con lo cual no conseguí ponerme al trabajo con una buena entrada. He de reconocer que el problema principal era que ¡no sabía de qué hablar!: hay tantos temas interesantes, pero la entrada debe abarcar algo concreto. Ya en otra de mis entradas no hablé sobre un tema propiamente histórico, pero aquella vez me tomara una licencia especial para daros un consejillo.

Coincidiendo con este fin de semana en el cual celebramos Todos los Santos y el Día de los Santos Difuntos, he recordado una temática especial. La verdad es que le viene al dedo: Vanitas. Esto viene de una ironía: vanitas se refiere a la insignificancia del ser humano, que por su propia vanidad no suele ver más allá de sus deseos y emociones. Vanitas es un movimiento artístico que se refleja básicamente en bodegones y que tiene un mensaje claro: los placeres mundanos no son nada comparado con la muerte, todo se perderá... Supongo que os recuerda al famoso Memento Mori (acuérdate de que vas a morir).

El sueño del caballero, de Antonio de Pereda. Fijaos en el simbolismo: el sueño, el ángel, las flores... Dicen más que mil palabras, eso seguro.

En los países donde tuvo mayor éxito fue en Holanda y en España en pleno Barroco, es decir, en el siglo XVII. Hemos de tener en cuenta que el Barroco tiende a representar todo de manera exagerada y de tal manera era la sociedad en aquel entonces: excesiva, el desequilibrio y la exaltación de TODO. Vamos, que no es casualidad que el antiguo Vanitas de la Biblia (Vanitas vanitatum, omnia vanitas- vanidad de vanidades, todo es vanidad) saliese de nuevo a la luz. Pensemos que sería necesario o propicio que apareciese el mensaje de que no vivas pensando siempre en el placer, en hacer de todo lo supremo. Estamos hablando de un momento donde la burguesía empieza a tener un peso importante (y un claro deseo de imitar a la nobleza en sus todos sus hábitos), en la difusión del Absolutismo, en las crisis económicas y en la Contrarreforma. De hecho, el Barroco nace en Italia, en el mismito lugar que el Renacimiento. Y es que ilustra muy bien la época y su gente: pensad solamente en el Rey Sol Luis XIV ¡y con eso y su frase "L´État c´est moi" o el Estado soy YO! (con mayúsculas). Y lo tenéis todo servido y masticado. 

El Rey Sol no parecía muy seguidor, en principio, del mensaje de Vanitas...

En algunos países tenía más cabida que otros, pero el pensamiento claro (y bastante cierto también) de que somos fugaces, de que nuestra existencia es algo insignificante siempre estará ahí. Si sirve para que uno recupere algo de humildad, bienvenido sea el mensaje. Eso sí, tampoco se tire por una ventana despojado de voluntad ¿eh? ;)

Bueno, pues otro día y en homenaje a esta temática, hablaré de vidas y muertes irónicas. Pero hasta entonces espero que hayais disfrutado de esta entrada. ¡Muchos besos!



lunes, 6 de octubre de 2014

Consejillos


Buenas tardes, queridos lectores:

Disculpad la prolongada ausencia que he tenido durante estos días, pero por motivos de salud de mi novio he dejado un poco abandonado esto. Pero bueno, ya he regresado como veis.

Hoy voy a escribir una serie de, como dice en el título, consejillos para cuando veáis alguna noticia, leáis algún libro o simplemente os intereséis en un tema histórico o con relación hacia la historia os deis cuenta de si os están dando una información falsa o no confiable (como mínimo). 

¿Os interesa saber el por qué de este tema? Quizás sí, ya que no es algo de lo que se suela hablar. No obedece a la tónica común el intentar dilucidar si todo lo que nos muestran los medios es verdadero o falso al 100%, al 50%, al 20%... Quién escribe o habla de esa información, con qué propósito, etc es algo notablemente importante. Y es que siempre hubo la publicidad de ideas, desde el principio de la historia: ¿quién no ha adornado una batallita para darse aires delante del resto? Pocos, la verdad. Pues bien, de eso no nos libramos hoy en día: es más, mentir resulta hasta rentable. Demasiado, para mi gusto.

El Árbol del Edén era de chocolate.


Un ejemplo, ya lejos de entrar en ideologías estrafalarias o no, muchos artículos de periódico que he leído mandan un claro mensaje a la humanidad: esto, casualmente, es según nuestros idearios: ¡viva nuestro ideario! Voy a inventarme un ejemplo para ilustrar esto: supongamos que a mi me fascina el chocolate (fijaos qué tontería, pero ahora me entenderéis) Y como a mi me fascina y quiero dar publicidad  a mi producto/ideario/loquesea digo que personajes que me encantan como Napoleón, Augusto y Sócrates eran consumidores habituales del chocolate. Y es más, si por ejemplo Napoleón consumía chocolate alguna vez, diré que lo consumía siempre que podía y que escribía cartas en las que instaba a sus compañeros a probarlo y a aficionarse a dicho dulce. ¿Me entendéis? Es fácil hoy en día propagar mentiras, exageraciones o sacarlas fuera de contexto: todos tenemos acceso a internet, al periodico. Y muchos creerán y difundirán lo que han visto o leído, y lo pueden leer desde China hasta el barrio de Coruña de Monte Alto. ¿Consecuencia? Nada bueno.

Colón era chino, y quien me diga que no es un racista. He dicho.

Por ello os pido sobretodo sentido común, informaos bien sobre un tema y poneos en el contexto de la época: no podéis ser políticamente correctos aquí. Además hoy en día hay una obsesión generalizada con temas como las drogas, el sexo, la igualdad, etc que trastoca la visión del pasado. E incluso la nuestra actual: preguntarse por qué ocurren ciertas cosas y buscar su origen de verdad, sin basarse en idealismos contaminados en muchos sentidos como pueden ser nuestra idea de libertad, de igualdad (llevada al extremo como últimamente ocurre), etc. Hoy en día lo raro se convierte en normal (es decir, lo que ha sucedido siempre en el pasado) y lo raro en normal: un claro ejemplo es la tendencia al rechazo de costumbres y creencias, o a casos tan claros como la maternidad. Sea por lo que sea, no se puede aplicar. Y si de verdad queréis saber, por ejemplo, los modos de pensar y los malos y buenos ejemplos de los griegos (por hablar de una gran civilización) leed la Ilíada y la Odisea, mirad los restos de sus templos y las ánforas y platos decorados que se cuentan por millares. 

Es mi consejo: tomadlo o dejadlo. Pero si os habeis quedado con ganas de chocolate, que os quede claro que es la base de la pirámide alimenticia: y quien os diga que no, no sabe de lo que habla... Estos ignorantes... 

Muchos besos, niños.


miércoles, 24 de septiembre de 2014

Todo lo bueno se acaba


Buenas tardes, queridos lectores:

Disculpadme por la tardanza, estos días he tenido mucho jaleo y ando un poco agobiada, pero aun así intentaré escribir algo en este blog... Para que no caiga en el olvido ni nada así

Más o menos hacia el 1600 a. de Cristo había una civilización muy ejemplar situada en el mar Mediterraneo, concretamente en esa islita llamada Creta. Allí vivían los minoicos, llamados así por el mito del Minotauro y del rey Minos, ya os podéis imaginar por qué. Porque en su capital Knossos se encontró un palacio impresionante que era un laberinto de habitaciones y también unas oscuras y tortuosas mazmorras... Perfectas para el mito de Ícaro y Dédalo, con el Minotauro haciendo de las suyas por allí (comerse a jóvenes sacrificados era su hobby favorito; qué agradable era aquello). Por si no lo sabéis y antes de continuar, os comentaré algo más la idea central de susodicho mito porque es importante para ver qué impresión tenían los griegos sobre los minoicos y porque pasó lo que pasó. En el mito dice que el rey Minos tenía una esposa llamada Pasifae, y la mala idea de enfadar al dios Poseidón que quería que se le ofreciera un sacrificio adecuado a su altura: un toro que el propio dios hizo salir de las aguas. Pero el animalito le gustó tanto a Minos que dijo que de eso nada, que el toro iba a estar bien vivito entre sus innumerables propiedades. Así que, como os podéis imaginar: la venganza fue digna de un colérico y astuto Poseidón. Hizo que la esposa de Minos sintiese una atracción incontrolable por el torito, y... en fin, que nació un medio hombre medio toro de las entrañas de la reina. Y os podéis imaginar como acaba todo: desde luego, mal para Pasifae, mal para Minos y mal sobretodo para los sacrificados en el laberinto. 

El palacio de Knossos era tal maravilla para su tiempo que despertaba admiración a todo tipo de culturas: inclusive la egipcia.


El caso es que allí vivía una civilización prácticamente perfecta, sin muros y apenas ejercito y un poder naval increíble. La gente vivía en paz... Y el mar, que siempre les había dado riqueza, un día decide cambiar ese destino. Porque más arriba, en la isla de Santorini estalla el volcán Thera, con una potencia increíble, mucho mayor que la del famoso Krakatoa. De la fuerza de la explosión se produjeron múltiples tsunamis, el cielo se cubrió de negro y la propia columna de humo se veía desde China (ojo con eso). 
Así fue Santorini, sede del Thera... Como véis, quedó un poco deforme


Y el desastre llegó al mundo pacífico, arrasándolo: si bien podemos decir que los minoicos pudieron seguir adelante, diremos que nunca ya del mismo modo. Puede decirse que cambiaron la paz que llevaban consigo la mudaron por conflictos internos y algo mucho más horroroso: unos restos hallados en las mazmorras del palacio de Knossos eran de niños y adolescentes. Habían sido sacrificados y se practicó canibalismo con sus restos... (si los dioses les habían castigado, sus ofrendas nunca habían valido: tenían que dar lo que tenía más valor para ellos: ...los niños...). De ahí es probable que saliese la figura del Minotauro y el emblema del lugar, el toro, pasó a ser un símbolo de la maldad. ¿Podéis imaginar algo así? La verdad es que fue algo muy triste y horroroso: luego nos quejamos de nuestras crisis...

Este es uno de los lugares más misteriosos del palacio.
Moraleja: si fueses griego de antes de Cristo te diría en broma que no enfades a Poseidón. Y la verdadera es: agradece en cada momento lo que tienes, porque puedes perderlo enseguida y sin remedio. Y si eso llegase a pasar, no dejes tu humanidad de lado nunca.

Os contaré más de los minoicos en otros cuentos, porque son muy interesantes. Pero eso será en otra ocasión ;)

domingo, 14 de septiembre de 2014

A Nerón nunca le gustó su madre


Hola de nuevo, amigos:

Aquí vamos a estrenar la sección historias sangrientas, comenzando por... ¡Nerón! Sí, ese emperador romano famoso por torturar a cristianos, incendiar Roma de estrangis, matar a su esposa a base de patadas (y para colmo estando embarazada) y ser el bufón supremo de su Imperio. Todo un personaje ¿verdad? Pues bien, lo que he dicho se queda en poco con lo que realmente hizo este amigo: sinceramente, me alegro mucho de no haber nacido en esa época y os aseguro que VOSOTROS también.

Nerón en Quo Vadis podía parecer simpático...


Pues este emperador, como ya os imagináis, accedió al trono imperial en parte gracias a su buena madre Agripinila y a una serie de casualidades. Pero esta madre era como todas, un poco entrometidilla en los asuntos amorosos de su hijo, ya que este era dado a tener amantes y a no gustarle demasiado su esposa oficial. Primero con una liberta llamada Actea y luego con la famosa Popea (la pobre a la que pateó hasta morir), y entre eso y que Agripinila también estaba metida en sus propios complots amargaba la vida a su "buen" hijo. Al fin de al cabo, ¿qué sería del Imperio sin unas dosis exageradas de conspiraciones, asesinatos, torturas, etc? Nada parecido al que conocemos, os lo aseguro. 

Agripina la Menor.


Pero no era bueno tener enemistades, y menos con tu hijo: y llegó un punto en el que este dijo "¡basta!". Ahí la suerte de Agripinila o Agripina la Menor se acabó: un primer intento de asesinato fue en medio del mar y falló estrepitosamente. Y cuando Nerón se enteró de que su madre seguía viva, no fue nada sutil: envió a unos asesinos directamente a acabar la faena. Dicen que Agripina se descubrió el vientre cuando entendió lo que le estaba a punto de pasar e invitó a que la apuñalasen en el lugar donde había vivido durante unos meses el ingrato Nerón...

Como todo reinado, el gobierno de Nerón tuvo sus virtudes y sus defectos, pero parece que gana lo malo por goleada (por así decirlo). Sin embargo, y como muchos emperadores romanos, la popularidad de Nerón no era la deseada y su muerte fue celebrada. Aunque esto es bastante discutido por algunos historiadores, en realidad muchas cosas de las que habían pasado en esta época, personalmente dudo mucho que alguien como Nerón fuese querido por alguien. 

Moraleja: hay a veces que, aunque cueste, es mejor mantenerse al margen. Hay que pensar siempre en lo peligroso que puede ser lidiar con alguien que tiene a la mayoría de las personas a su servicio y no es conocido por ser alguien pacífico. Aunque sea tu hijo...